miércoles, 16 de julio de 2008

Un niño perdido.



"Nadie ama a otro como a sí mismo,
ni venera a nadie del mismo modo,
y tampoco es posible que piense
conocer a otro más grande que él.
Padre, entonces, ¿cómo puede crecer
mi amor por ti o alguno de mis
hermanos?
Te amo como el pajarito
que picotea migas en torno
a la puerta."
Sentado cerca, el Cura escuchó
al niño,
y tembloroso de celo lo agarró por el
pelo:
a tirones de su abriguito fue
arrastrándolo,
y todos ponderaron al vigilante Párroco.
De pie ante el prominente altar
exclamó: "¡Ved a este perverso!,
que cree tener razones para juzgar
a nuestro más sagrado Misterio."
El niño lloroso no pudo ser oído,
los padres plañideros lagrimearon en
vano,
le arrancaron la camisita,
y lo ataron con una cadena de hierro.
Lo quemaron en un lugar santo,
donde ya muchos habían sido
quemados:
los padres plañideros lagrimearon en
vano.
¿Se hacen tales cosas en las orillas de
Albión?

martes, 8 de julio de 2008

Dafne, la virgen.

Dafne, la ninfa arcadia de los árboles, es perseguida por Apolo, incitado por el celoso Eros. Ella se resiste y huye. Desesperada, pide ayuda al dios del río Peneo, que la transforma en un laurel. La tímida Dafne, en su forma arbórea de laurel, quedará para siempre asociada al culto del dios Apolo.

Graves nos recuerda que este mito ha sido citado por los psicólogos freudianos como un símbolo del horror que una mujer joven siente por el acto sexual.



Pero añade que "Dafne era todo menos una virgen asustada. Su nombre es una contracción de Daphoene, «la sanguinaria», la diosa en estado de ánimo orgiástico, cuyas sacerdotisas, las Ménades, masticaban hojas de laurel para embriagarse y periódicamente salían corriendo en noches de luna llena asaltando a viajeros incautos y despedazando a niños o animales jóvenes; el laurel contiene cianuro de potasio. Estos colegios de Ménades fueron suprimidos por los helenos y sólo el bosquecillo de laurel testimoniaba que Daphoene había ocupado anteriormente los templos."

viernes, 4 de julio de 2008

La Diosa, Sodoma y la estrella Sirio.


¿Por qué los calebitas no podían ser los hijos de la estrella del perro? Y si la gruta de los oráculos de Machpelah no se diferencia de otras que hemos visitado en nuestros viajes mi hijo y yo, la gran Diosa que inspira los oráculos es también un perro. Es un perro por su promiscuidad en el amor y porque devora cadáveres; sus iniciados usan máscaras de perro cuando la adoran como Astarté o como la adorable Isis, y en el culto de su forma letal de Hécate o Brimo, se sacrifican perros allí donde se encuentran tres caminos.
La estrella del perro brilla en la estación más pestilente del año. Y los perros han custodiado siempre la tierra de los muertos para la gran Diosa. Allí están Cerbero, y el egipcio Anubis, guardián del paraíso occidental. ¿Y no hay relación entre Caleb y la diosa Calypso, reina de la paradisíaca isla de Ogygia, a quien los poetas describen como hija de Océano y Tetis, o de Nereo, o de Atlas Telamon? ¿Y no es, acaso, en la poesía hebrea, «el poder del perro» un sinónimo de la muerte?




Rey Jesús, R. Graves.