viernes, 30 de mayo de 2008
Vocación chamánica.
jueves, 29 de mayo de 2008
Los curetes custodian a un niño.
Robert Graves cree que el mito refleja un sacrificio anual que se había realizado en la isla de Creta: un niño reina durante un día; muere y es comido crudo.
Porfirio dice que los Curetes cretenses solían ofrecer sacrificios de niños en la antigüedad.
martes, 27 de mayo de 2008
Limones muy pequeños.
Sacrificio a la diosa del maíz.
Entonces los dignatarios del templo tomaban a hombros las andas y, mientras otros balanceaban sus incensarios encendidos y otros más tocaban instrumentos o cantaban, la llevaban en procesión por el gran patio del templo al salón de Huitzilopochtli, regresando después a la cámara donde estaba erigida la imagen de madera de la diosa del maíz personificada por la muchacha. Allí la hacían descender de las andas y situarse sobre los montones de maíz y hortalizas que había desparramadas con profusión por el suelo de la cámara sagrada. Mientras estaba así erguida, los dignatarios y nobles llegaban uno tras otro en línea, llevando platillos con sangre seca y coagulada que ellos habían derramado de sus orejas como penitencia durante los siete días de ayuno. Uno tras otro se acuclillaban ante ella, equivalente de la genuflexión entre nosotros, y raspaban la costra de sangre del platillo para que cayera a sus pies, como ofrenda en devolución de los beneficios que, como personificación de la diosa del maíz, les confiriera. Cuando los hombres habían ofrecido tan humildemente su sangre a la corporeización humana de la diosa, las mujeres, formando una larga hilera, hacían lo mismo, acurrucándose ante la muchacha y raspando su platillo de sangre. La ceremonia duraba mucho tiempo, pues grandes y pequeños, jóvenes y viejos, todos sin excepción tenían que pasar ante la deidad encarnada y hacer su ofrenda. Cuando al fin terminaba esto, la gente volvía a sus casas con el corazón alegre a comer carne y viandas de toda clase, tan felices, se nos dice, como los buenos cristianos en la Pascua, cuando participan de carne y otros alimentos equivalentes después de la larga abstinencia cuaresmal. Después de comer y beber hasta rebosar y descansar bien de la noche pasada en vela, volvían enteramente repuestos a presenciar el final del festival en el templo.
Y el final era éste: estando ya reunida la gente, los sacerdotes incensaban solemnemente a la muchacha que personificaba a la diosa; después la tiraban de espaldas sobre el montón de maíz y demás granos, le cortaban la cabeza, recogían la sangre borbotante en una artesa y asperjaban con la sangre la imagen de madera de la diosa, los muros de la cámara y las ofrendas de maíz, pimientos, calabazas y granos de diversas clases y hortalizas amontonadas en el suelo. Hecho esto, desollaban el cuerpo descabezado y uno de los sacerdotes se embutía dentro de la ensangrentada piel de la víctima y, después, se vestía con todos los atavíos que la muchacha había llevado; le ponían la mitra en la cabeza, el collar de doradas mazorcas en el cuello, las mazorcas de plumas y oro en sus manos y, así ataviado, le exhibían al público, que bailaba al son de tambores, mientras él hacía de jefe de fila dando brincos y haciendo posturas a la cabeza de la procesión tan vivamente como podía, molestado y comprimido por la tirante y viscosa piel de la muchacha y de sus ropas, que debían ser muy pequeñas para un hombre adulto.
La Rama Dorada, Frazer
lunes, 26 de mayo de 2008
Hércules despellejado.
Heracles, vistiendo la camisa del sacrificio, está ofreciendo en el promontorio de Cenca una vacada de cien cabezas. La sangre envenenada de Neso se extiende ya por su cuerpo. Grita de dolor, derriba los altares, trata de arrancarse la camisa, que se le ha pegado a la piel. La carne sale con ella, los huesos quedan al aire, la sangre silba; Heracles sabe que va a morir. Lo llevan a hacerlo al pie del monte Eta, en Traquis: es el sitio señalado por el oráculo de Delfos como el lugar de su muerte.
Aún vivo, Heracles es quemado en una pira; su parte inmortal se irá a reunir con los dioses olímpicos.
domingo, 25 de mayo de 2008
El rey del bosque.
¿Quién no conoce La rama dorada, el cuadro de Turner? La escena, bañada en el dorado resplandor con que la divina imaginación del artista envolvía y transfiguraba hasta el más bello paisaje, es una visión de ensueño del pequeño lago del bosque de Nemi, llamado por los antiguos "el espejo de Diana" [Lacus Nemorensis, de 5 y medio kilómetros de diámetro, 30 metros de profundidad y 90 de farallones sobre el nivel de las aguas, es un cráter extinto y subsidiario del cráter Albano, al este del lago de este nombre.] Quien haya contemplado las quietas aguas encunadas en uno de los verdes repliegues de las colinas albanas, no podrá olvidarlo. Las dos aldeas italianas típicas, que dormitan en sus laderas, y el palacio, cuyos jardines en terraplén descienden hasta el lago, apenas rompen la quietud y soledad de la escena. Diana misma podría frecuentar aún la solitaria orilla; aún podría aparecer entre el boscaje.
La Rama Dorada, Frazer.